Mujeres Víctimas De La Marginación Y La Aculturación En La Prisión.

Imaginemos

 

Que tenemos una vecina joven a quien llamaremos Julia. Julia no tiene mucho dinero y tampoco pudo terminar de estudiar la primaria debido a que sus padres confiaban en que podría casarse y mantenerse con el salario de su marido la situación de vulnerabilidad que enfrenta Julia que es novia de un joven de su colonia que, para ganarse la vida vende drogas y está inmiscuido además en el secuestro de personas, la chica es una joven cuyos padres por su precariedad económica no la dejaron estudiar más que la primaria y además de que la idea machista de sus padres se lo impidieron al decirle que “para qué, si ella se iba a terminar casando”, la chica al conocer a pocas personas conoce a Julián, un joven que de acuerdo a lo que se le enseñó a ella es muy atractivo, es muy valiente (violento) y muy fuerte, además es bien hombre porque desde que tenía doce años fumaba y tomaba, además es todo un galán ya que se ha acostado con varias chicas de la colonia. 

 


 

Un día él se la lleva, le dice que quiere hacer una vida a su lado y tener muchos hijos, que con lo que le dan de varo pueden rentar un “cuartito”, ella no se siente segura, pero ya casi tiene 19 años, ya se está quedando, ya sus padres le repiten a cada rato que cuando se va a casar, su madre le dice que no sirve para nada, que ya de perdida se case, que sea una mujer de bien, así que toma la decisión de irse con él, pues aunque no está segura de querer eso, ya quiere ser una mujer de bien. Un día su pareja lleva a un hombre maniatado al cuarto, lo ata al fondo de este y le ordena a su mujer que le de agua, y a veces algo de comida, días después mientras duermen llega un escuadrón de la policía al recibir la denuncia, y ambos son detenidos y llevados a prisión.

 

Si la vida ya le mantenía las condiciones de marginación lo que estaba a punto de vivir era peor, ya no era una mujer de bien, ahora era una prisionera, una delincuente, una secuestradora, ya tampoco sería una mujer de familia, ahora su familia era un conjunto de mujeres de la prisión en las que de una forma drástica aprendería que no podría confiar en todas y que no todas la tratarían bien, antes solo sus padres o su pareja la golpeaban, ahora las mismas mujeres la golpearían.

 

En ese ejemplo podemos imaginar la situación de:

 

1.- marginación social y vulnerabilidad en la que ya se vivía por el simple hecho de nacer y criarse en ese contexto social

 

2.- aculturación, el sufrimiento, el dolor vivido por despojarse de su identidad para involuntariamente adoptar una nueva identidad que en el fondo deja más cicatrices de lo que un sistema de readaptación y de reinserción social puede dejar.

 

La prisión es un espacio marginal y marginador, ya que alberga a personas que han delinquido y pertenecen en mayor parte a sectores poblacionales frecuentemente desfavorecidos con diferentes desventajas y exclusiones de partida.  En este sentido, se ha producido un incremento de mujeres encarceladas por diversos factores como las crisis económicas. Una vez dentro de prisión hay como resultado la pérdida de derechos humanos, autonomía (...) e inicia un nuevo proceso de asimilación de valores de su nuevo contexto, la prisión, este proceso de aculturación a la prisión también puede ser llamado prisionización o prisionalización. (Añaños y García, 2017).

 

El proceso de aculturación implica el hecho del desprendimiento de las ideas, de los afectos mismos, de la realidad interna y externa para adoptar de manera involuntaria una cultura nueva y hasta ese momento muchas veces ajena que provoca un dolor y un desgarro anímico, ya que la aculturación es parte del castigo, la intensión primaria en todo proceso de condena y prisonalización parece más de castigo que de reinserción y readaptación social, entonces ¿qué finalidad tiene el castigo durante este proceso? como bien lo menciona Tocora López (2013) en su artículo, Cárceles: laberintos y cerrojos “el castigo presupone ciertamente una aflicción. Su historia está llena de infamias, por ejemplo, los talibanes entierran a las mujeres adulteras hasta el pecho y luego las apedrean hasta la muerte (…) el reemplazo de estos castigos por la prisión no significa la eliminación de estos suplicios. La prisión castiga el espíritu y el cuerpo, lacera, lastima, deprime.

 

No se trata solo de privación, se trata de verdaderos sufrimientos, cuyas evoluciones psicosomáticas se revelan en diferentes tipos de enfermedades físicas pero sobre todo psíquicas, como depresiones, brotes psicóticos, paranoias, etc. “ revisando lo que dice Tocora, las prisiones actuales en América latina, siguen estando en un estado aún medieval, poniendo como el sufrimiento como solución a las problemáticas sociales, no obstante, Añaños y García, nos referían que las personas que caen en prisión son personas ya de por si en estado marginal en su mayor parte, ya desde antes de entrar a prisión, lo que podemos analizar es que el estado al final está marginando aún más a la ya de por si marginada población, y de esta marginada población extraemos el sector poblacional femenino, las cuales por el papel machista de nuestra sociedad son marginadas dentro de sus mismos hogares.

 

En el entorno rural, hay una mayor presión sobre las mujeres para ocultar el maltrato que viven, donde las estrechas relaciones de vecindad lejos de ayudar suponen más estrés, vergüenza y sufrimiento. Algo que por el contrario no ocurre con los agresores (…) en este sentido una mujer de 40 años que reconoce que se emparejó con quien fue su agresor debido, en gran parte a la presión social de un entorno pequeño, que recuerda a diario que las mujeres tienen que emparejarse para ganar valor social” (Azumendi, 2015). Las zonas rurales por su situación frente a la obtención de recursos y servicios tales como, acceso a educación y ya no se diga de nivel superior, hospitales, trabajos con un nivel de recursos económicos bajos las convierte en zonas marginales y con una alta predisposición a la violencia y la delincuencia, donde las personas marginadas suelen ser las mujeres. Desde esta perspectiva, las políticas penitenciarias al marginar a los ya de por si más marginados no cumple con funciones de respeto a la vida digna de estas personas, y castiga a los ya de por si castigados.

 

En las cárceles latinoamericanas no se cumplen las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, aprobadas en ginebra en 1955. Concretamente no se cumplen las condiciones de higiene, superficie mínima, celdas individuales, instalaciones sanitarias adecuadas, la alimentación de buena calidad, existencia de bibliotecas, oportunidades laborales y de educación, visitas familiares decorosas, supervisión médica, además de que se denuncian sanciones disciplinarias cuya drasticidad hace temer por un desenlace fatal  (López, 2013)

 

Este tipo de investigaciones aproximan al lector a la situación que viven las mujeres dentro de la prisión, para reflexionar acerca de lo que se vive no solo al interior de ella, sino incluso en el contexto antes de entrar, a quienes afecta, y el rol que juegan las prisiones en la sociedad, planteando la pregunta acerca de la eficacia de sus funciones como centro readaptador o más bien como un centro de tortura y castigo psicológico, y social, sin pasar por alto el dolor físico, además del rol que la sociedad en general jugamos como marginadores y como jueces de los sectores vulnerables con alta predisposición al delito.

 

Conoce más en: 

 

  • Añaños-Bedriñana, G.-V. (2017). Defendiendo la prisionalización en reclusas: un análisis socioeducativo desde el desarrollo humano. Pedagogía social y desarrollo humano, 1-2.
  • Azumendi, E. (08 de junio de 2015). El mundo rural silencia la violencia machista. El diario norte, págs. 1-2.
  • López, F. T. (2013). Cárceles: laberintos y cerrojos. unirioja, 4-5. 

 

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Psic. Eric Sixtos Ruiz. Psicólogo investigador en la Clínica e Investigación Cognitiva (CLIIC Morelia)

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